El genoma humano contiene una cantidad de información enorme, tanto en los genes como en las zonas sin codificación...

El genoma humano contiene una cantidad de información enorme, tanto en los genes como en las zonas sin codificación, para guiar la construcción de un organismo complejo. En un número cada vez mayor de casos, unos genes determinados pueden estar vinculados a aspectos de la cognición, el lenguaje y la personalidad. Cuando los rasgos psicológicos varían, gran parte de esa variación procede de unas diferencias en los genes: los hermanos gemelos univitelinos se parecen más que los bivitelinos, y los hermanos biológicos, más que los adoptivos, se críen juntos o por separado. El carácter y la personalidad de alguien se manifiestan muy pronto y permanecen casi constantes a lo largo de toda su vida. Y tanto la personalidad como la inteligencia demuestran poca o ninguna influencia del entorno familiar particular del niño dentro de su cultura: niños educados en una misma familia se parecen sobre todo por los genes que comparten.

Por último, la neurociencia está demostrando que la arquitectura básica del cerebro se desarrolla bajo control genético. Pese a la importancia del aprendizaje y de la plasticidad, los sistemas cerebrales muestran signos de una especialización innata y no se pueden sustituir entre sí de forma arbitraria.

 

Fuente: La tabla rasa. Steven Pinker. Ediciones Paidós Ibérica. Barcelona. 2003.

 

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