El optimismo es otra característica de la personalidad que nos ayuda a aliviar los efectos de la inseguridad...

El optimismo es otra característica de la personalidad que nos ayuda a aliviar los efectos de la inseguridad. Como sugiere acertadamente el antiguo y conocido axioma del poeta y filósofo asturiano Ramón de Campoamor, “en este mundo traidor nada es verdad, ni mentira; todo es según el color del cristal con que se mira”, los hombres y las mujeres que enfocan las vicisitudes de la vida a través de una lente que acentúa los aspectos más favorables y minimiza los negativos tienden a mantener una perspectiva positiva de los sucesos que les afectan. Por el contrario, quienes usan una lente pesimista tienden a notar lo negativo de las cosas y a pasar por alto lo positivo.

Un cúmulo de evidencia científica sugiere que un temperamento optimista nos protege, porque refuerza la capacidad de adaptación y la resistencia a los infortunios.

En general, las personas optimistas se consideran más capaces de tener un impacto sobre el entorno y experimentan menos angustia que los pesimistas ante las adversidades de la vida. La razón es que el optimismo modela positivamente nuestra percepción de nosotros mismos y de las cosas que nos rodean, facilita el análisis constructivo de las experiencias pasadas y fortifica la esperanza en el mañana.

A quienes juzgan que los optimistas carecen de un sentido ecuánime o sensato de la realidad -como el personaje patético del doctor Pangloss que hace dos siglos y medio inmortalizó Voltaire en su novela Cándido -, les recomiendo los estudios de la psicóloga estadounidense Lisa Aspinwall. Esta investigadora del carácter humano demostró que los hombres y mujeres optimistas, antes de tomar decisiones importantes, sopesan tanto los aspectos favorables como los desfavorables de las cosas, mientras que los pesimistas se limitan a enfocar únicamente los aspectos desfavorables. En consecuencia, la actitud optimista no es una forma de negación o de evadir las situaciones adversas, sino que forma parte de una estrategia más amplia que incluye el análisis y la búsqueda activa de alternativas.

Sospecho que la perspectiva más sensata y útil de nuestro mundo no le pertenece a quienes se lamentan de la vida sin considerar sus atributos positivos, sino a aquellos que la celebran después de haber evaluado los negativos.

 

Fuente: Nuestra incierta vida normal. Luis Rojas Marcos. Santillana Ediciones Generales. Madrid. 2004.

 

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