El primer número de <i> Les Temps Modernes </i>, publicado en octubre de 1945, provocó un gran movimiento de curiosidad, y el placer igualó a la sorpresa...
El primer número de
Les Temps Modernes , publicado en octubre de 1945, provocó un gran movimiento de curiosidad, y el placer igualó a la sorpresa. El comité de redacción, bajo la dirección de Sartre, parecía conjugar todas las fuerzas vitales de Francia. Excepto Camus, de quien se decía que estaba demasiado ocupado con
Combat ; pero Albert Ollivier figuraba allí, él, con Camus y Pia, componían a la cabeza del diario el célebre “Ocapia”. La
Nouvelle Revue Française había desaparecido, pero su heredero moral, Jean Paulhan, formaba parte del comité constituido por Sartre. En él estaba también Raymond Aron, de vuelta del cuartel general de la Francia libre en Londres, y consejero de Malraux, que era por entonces ministro de Información del general De Gaulle. Más tarde, Sartre admitiría que Paulhan, Aron y Ollivier eran amigos, pero que no compartían ninguna de las opiniones de los demás miembros del comité. El personaje principal de la revista era su redactor-jefe y director político, Maurice Merleau-Ponty, cuyos editoriales simplemente firmados “T.M.”, fueron con mucha frecuencia atribuidos a Sartre.
Aquel primer número se abría con una “Presentación” de una veintena de páginas de la pluma de Sartre, en la cual se manifestaba a favor del compromiso del escritor. Califica de irresponsable la noción del “arte por el arte”. “Puesto que el escritor no tiene medio alguno de evadirse, queremos que abrace estrechamente su época; es su única oportunidad; está hecha para él y él está hecho para ella.” Más aún: “No queremos dejar escapar nada de nuestro tiempo; quizá los haya más bellos, pero éste es el nuestro; no tenemos más que
esta vida para vivir, en medio de esta
guerra , quizá de
esta revolución...” Luego afirmaba: “Nuestra intención es concurrir a la producción de ciertos cambios en la sociedad que nos rodea.” No para cambiar las almas, eso concernía a los especialistas (quizá Sartre aludía ahí a la otra revista importante de la época,
Esprit ) sino a afectar “la condición social del hombre y la concepción que él tiene de sí mismo”. Afirmaba que la revista tomaría posición respecto a cada nuevo acontecimiento político o social. En conclusión declaraba, sin embargo, que “en la “literatura comprometida”, el
compromiso no [debía] en ningún caso hacer olvidar a la
literatura... ”
Fuente: La Rive Gauche. Herbert R.Lottman. Editorial Blume. Barcelona. 1985.
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