El sistema democrático mismo, consolidado después de dos mil años de historia, se tambalea hoy ...
El sistema democrático mismo, consolidado después de dos mil años de historia, se tambalea hoy como consecuencia de la corrupción de los políticos y de la indiferencia de la gente. Todo fluye, evoluciona, muda, cambia, hasta el punto que los sociólogos consideran hoy la inestabilidad, la innovación y la capacidad de transformación como las características principales de la modernidad.
Heráclito no era moderno, ni tenía coche, ni familia, ni confiaba en la democracia, ni participaba en el sistema productivo; pero ya intuyó esta característica de la naturaleza y la expresó en algunos de sus aforismos más conocidos: “Todo fluye”, “nos bañamos y no nos bañamos en el mismo río: somos y no somos”, “no se puede entrar dos veces en el mismo río”.
Heráclito nació en Éfeso, en la costa jónica, en el seno de una familia aristocrática. Huraño, solitario, pedante, altivo, egótico, menospreciaba a los demás como una forma de expresar su conservadurismo recalcitrante: “Muchos son purria, pocos los que valen”, “la mayoría sólo piensa en saciarse, exactamente igual que animales de ganado”. Hasta cierto punto autodidacta, dotó a la filosofía de uno de sus elementos más preciosos, el especulativo. Gomperz escribe: “Es el primer sabio del mundo que no calcula, ni dibuja, ni experimenta; una cabeza especulativa…”, a lo que Jaeger añade: “Es el primer pensador que no sólo desea conocer la verdad, sino que además afirma que este conocimiento renovará la vida de los hombres”. Esta audacia lo llevó a cultivar un estilo oracular en el que se esconden las ideas. Sus aforismos juegan con la verdad como lo haría un niño: “la guerra es el padre de todas las cosas”, “el mejor de los mundos es un montón de basuras apiladas al azar”, “los hombres quieren vivir, pero aún más desean la muerte, y procrean hijos para que nazcan otros destinos de muerte”, “el camino hacia arriba y el camino hacia abajo es uno y el mismo”, “la vida es un niño que juega y mueve las piezas sobre un tablero de ajedrez”. Heráclito es el primer pensador jónico que antepone la reflexión sobre el hombre a la de la
physis.
Todo pasa, todo cambia, todo fluye. No hay nada que permanezca igual a sí mismo en el tiempo y en el espacio. Nosotros ya no somos los mismos que empezamos a leer un texto sobre
lo oscuro escrito por estos dos
sabelotodos que nos prometían una revisión festiva del pensamiento occidental y que han acabado por caer en todos los tópicos que la tradición filosófica reserva a los neófitos. De la misma manera que este personaje avinagrado e hipocondríaco en que nos hemos convertido tiene muy poco que ver con aquella criatura que llenó nuestra infancia de deseos; la nostalgia es sólo una manera de traicionar el presente, y no la más evidente.
Fuente: Sólo sé que no sé nada. Manuel Güell y Josep Muñoz. Editorial Ariel. Barcelona. 1996.
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