En el análisis de los procesos sociales, es importante no referirse a las motivaciones individuales en términos de un mero “rechazo” o de “voluntades”...

En el análisis de los procesos sociales, es importante no referirse a las motivaciones individuales en términos de un mero “rechazo” o de “voluntades”, como se expresa en las acciones deliberadas. Pero es igualmente necesario hacer énfasis en la conciencia a menudo clara de las implicaciones de las transformaciones sociales por parte de las clases superiores, segmentos de clases o grupos de intereses particulares. Existe una percepción profunda –aunque a veces equivocada y con posibles opciones divergentes- de los intereses de tales comunidades por parte de sus miembros. Hay una opinión típicamente de derechas sobre los intereses básicos capitalistas que subyacen a las controversias actuales y a la toma de decisiones (como en el neoliberalismo). Manifiesta una fuerte aversión a una excesiva intervención estatal (excepto cuando se requiere para la preservación de los intereses inmediatos), la defensa de los mercados libres (es decir, la ilimitada búsqueda de altos ingresos), la afirmación de que la “disciplina” del mercado es suficiente para asegurar la estabilidad del sistema, la necesaria “flexibilidad” de los mercados (en particular del mercado laboral), los supuestos efectos negativos de las organizaciones laborales, el temor a la inflación, etcétera. Destacados intelectuales, políticamente orientados hacia la derecha, dan a estos principios la apariencia de declaraciones científicas, y las conferencias y los comités asesores contribuyen a su constante refinamiento y renovación. Los miembros de un grupo de presión actúan para convencer a los funcionarios gubernamentales cuando es necesario.

La investigación histórica revela la relación entre los intereses sociales, el progreso de la regulación financiera y una macropolítica centralizada y financiera. Hubo, en Estados Unidos, una oposición fuerte y duradera a la creación de un banco central; fue necesaria toda la violencia de la crisis recurrente. Y cuando se creó el banco, siguió actuando sobre las bases de principios ya superados, como la real bills doctrine, que vincula el nivel apropiado de créditos al volumen de comercio. Incluso en el capitalismo contemporáneo, antes de la crisis, existía una fuerte oposición a la regulación por parte de los altos cargos del Gobierno (aunque no se cuestionaba el papel central de la Reserva Federal). Sólo un pequeño número de pensadores ultra derechistas todavía se oponía a la Reserva Federal o a las GSE, en nombre de la falta de responsabilidad financiera con respecto a las consecuencias de las decisiones.

Desde el siglo XIX, a raíz de una búsqueda de rentabilidad sin restricciones y de altos ingresos, las finanzas obstaculizaron la implementación de un marco de control de la macroeconomía y de la regulación. La razón de esto es que los mecanismos centrales del capitalismo, como la habilidad de “crear” capital por medio del crédito, están involucrados. El muy necesario paso adelante fue dado finalmente después de la Segunda Guerra Mundial, pero al coste de una dramática depresión y, para las clases capitalistas y las instituciones financieras, décadas de una contención de sus intereses. Fue un ensayo de lo que sería la crisis del neoliberalismo.

 

Fuente: La crisis del neoliberalismo. Gérard Duménil/Dominique Lévy.Ediciones Lengua de Trapo.Madrid.2014.

 

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