En el proceso de reducir el “estar enfermo” a la enfermedad, la atención de los médicos se ha distanciado de la persona del paciente...
En el proceso de reducir el “estar enfermo” a la enfermedad, la atención de los médicos se ha distanciado de la persona del paciente. Mientras que el estar enfermo es una condición de toda la persona, la enfermedad es una alteración de una determinada parte del cuerpo, y en vez de tratar con personas enfermas, los médicos se han concentrado en tratar con las enfermedades de estos pacientes, perdiendo de vista la importante diferencia entre ambos conceptos. Según la visión biomédica, una persona no está enferma y, por consiguiente, no se justifica la asistencia médica, si no presenta las alteraciones estructurales o bioquímicas características de una enfermedad específica. Pero las experiencias clínicas han demostrado repetidas veces que uno puede estar malo sin tener ninguna enfermedad. La mitad de las personas que acuden a las consultas médicas lo hacen por quejas que no están ligadas a ningún trastorno fisiológico.
A causa de la definición biomédica de la enfermedad como base del “estar enfermo”, el tratamiento médico está dirigido exclusivamente a las anomalías biológicas. Pero el tratamiento, por más éxito que tenga, no devuelve necesariamente la salud al paciente. Por ejemplo, la terapia médica contra el cáncer puede resolver un tumor sin que por ello el paciente se restablezca. La salud del paciente puede seguir estando afectada por sus problemas emocionales y, de no tratarlos, es posible que produzcan la reaparición del mal. Por otra parte, se dan casos en que una persona no tiene una enfermedad demostrable y, sin embargo, se siente muy mal: a causa de las limitaciones del enfoque biomédico, los médicos rara vez pueden ayudar a estos pacientes que han sido llamados “los que padecen de salud”.
Si bien es cierto que el modelo biomédico hace una distinción entre el síntoma y la enfermedad, toda enfermedad, en un sentido más amplio, puede verse como únicamente el síntoma de un malestar oculto cuyos orígenes rara vez se investigan. Para esto habría que ver la mala salud dentro del amplio contexto de la condición humana y admitir que cualquier enfermedad o trastorno en el comportamiento de un individuo puede entenderse solamente con relación a toda la red de interacciones en la que esta persona está implicada.
Fuente: El punto crucial. Fritjof Capra. Integral Ediciones. Barcelona. 1985.
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