En la vida, se suele entender por estúpido alguien que “es algo débil de cerebro”...(Robert Musil)

En la vida, se suele entender por estúpido alguien que “es algo débil de cerebro”. Pero, existen también las más variadas aberraciones intelectuales y psíquicas, por las que incluso una inteligencia indemne desde el nacimiento puede verse tan impedida, obstaculizada y confusa, que se vea reducida a una condición en la que el lenguaje tenga a su disposición una vez más sólo la palabra estupidez. Por tanto, dicha palabra incluye dos tipos en el fondo bastante diferentes: una estupidez simple y honesta, y otra que, un poco paradójicamente,  es claramente señal de inteligencia también. La primera se debe más que nada a una debilidad de la razón, la otra más bien a una razón que es un poco demasiado débil respecto a otra cosa, y esta última es con mucho la más peligrosa.

La estupidez honrada es un poco dura de mollera y lenta para aprehender. Es pobre de imágenes y palabras, y torpe en la forma de usarlas. Prefiere las cosas banales, porque se le quedan bien fijadas en la mente a través de su frecuente repetición, y, una vez que se le ha quedado grabado algo en la mente, no piensa dejar que se lo quiten fácilmente, o que lo analicen, o ponerse ella misma a reflexionar sobre ello. ¡En el fondo tiene no poco en común con la sana vida de las mejillas rojas!  Es cierto que muchas veces es vaga e imprecisa en el pensar, y con frecuencia su pensamiento deja de funcionar completamente frente a nuevas experiencias, pero, como compensación, se atiene preferentemente a lo que se puede aprehender a través de los sentidos, y que puede, por decirlo así, contar con los dedos. En suma, es la querida “estupidez luminosa”, y si no fuese quizá tan  ingenua, confusa y, al mismo tiempo, tan impenetrable a toda explicación hasta el punto de hacer enloquecer, sería una aparición por lo menos amable.

 

Fuente: Sobre la estupidez. Robert Musil. Tusquets Editor. Barcelona. 1974.

 

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