En primer lugar, el número medio de horas trabajadas oculta variaciones considerables...
En primer lugar, el número medio de horas trabajadas oculta variaciones considerables (y cada vez mayores) entre países, con los industriosos Estados Unidos en un extremo, la “vieja Europa” en el otro y Gran Bretaña, más cerca de Estados Unidos. Aunque la estabilización en el número de horas trabajadas desde la década de 1980 es común a todos los países, nos queda por explicar por qué los norteamericanos y los italianos trabajan más horas que los demás. “Actualmente, los norteamericanos -indica un estudio de 2011- trabajan una media de 122 horas más al año que los británicos, y 378 horas (¡10 semanas!) más que los alemanes.” Hay quien ha sugerido que, en Estados Unidos, las horas de trabajo han empezado últimamente a aumentar otra vez. Los holandeses son los que más se han aproximado al estado de “felicidad absoluta” de Keynes. En 2011, sus 1.400 horas al año –o 34 horas semanales- les supondrán 42.000 dólares per cápita, mientras que las 1.650 horas de los británicos solo les supondrán 36.000 dólares (los norteamericanos obtienen 48.000 dólares per cápita por 1.800 horas). Es algo tentador relacionar estas distintas actitudes ante el trabajo, el dinero y el ocio con divergencias culturales. En una sociedad de inmigrantes como la norteamericana, ganar dinero se percibía como el camino directo hacia el éxito; en Europa, el legado de una cultura jerárquica que limitaba las oportunidades para ganar dinero, tanto en las capas altas como en las bajas, llevó a la adopción de formas de vida que restaban importancia a ganar dinero como objetivo. Gran Bretaña es un caso intermedio, más abierto a la creación de riqueza que la Europa continental pero menos igualitario desde el punto de vista social que Estados Unidos. Estas diferencias culturales están arraigadas y reforzadas por las instituciones específicas del sistema impositivo, el sistema de asistencia social y el mercado laboral. Puede ser perfectamente que la extensa jornada en Italia no tome en consideración a los que solo trabajan de forma intermitente en la economía sumergida (lo que parece ser característico de todos los países mediterráneos).
Fuente: ¿Cuánto es suficiente?. Robert Skidelsky y Edward Skidelsky. Editorial Crítica.Barcelona.2012.
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