En sociedades plurales y complejas como las nuestras, el rasero, más fiable, para medir la efectividad de su valencia democrática es la alternancia en el poder...
En sociedades plurales y complejas como las nuestras, el rasero, más fiable, para medir la efectividad de su valencia democrática es la alternancia en el poder. Visto desde abajo, cuantas más oportunidades y medios tengan los ciudadanos para decidir el rumbo del Gobierno y para cambiar a sus gobernantes, más democrático será su régimen político. Desde arriba, la moral del éxito, que rige los destinos de nuestra contemporaneidad, es tan absoluta que los políticos sólo piensan en la conquista y conservación del poder, la cratología es su primer saber y la contienda electoral su actividad privilegiada.
La convergencia de estas dos urgencias -la alternancia gobernante y la seducción electoral- hace del plazo corto el soporte, por excelencia, del ejercicio democrático actual. Pero, al mismo tiempo, la ciencia social nos enseña
-cuarta paradoja- que el tiempo de las transformaciones políticas reales, en definitiva, el único tiempo históricamente válido, es el plazo largo, pues solo él es capaz de marcar con trazo profundo la vida de los hombres y de los pueblos.
Fuente: La corrupción de la democracia. José Vidal-Beneyto. Los libros de la Catarata. Madrid. 2010.
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