Es una frase no por manida menos cierta que el crédito es a la economía como el aceite lubricante es a un motor: algo que permite que las distintas piezas trabajen armónicamente y al ritmo adecuado. Un motor falto de aceite funciona defectuosamente, aumenta la fricción y pronto puede bloquearse. Lo mismo ocurre con una economía donde el crédito no funciona adecuadamente: las empresas dejan de funcionar, las relaciones entre diferentes sectores se hacen mucho más difíciles, y, si bien el bloqueo nunca puede ser total, el trabajo a menor ritmo se refleja en una caída de la renta y en un aumento del desempleo. Esto es lo que ha ocurrido en las economías occidentales como consecuencia de la crisis actual.
El que la renta deje de crecer o se contraiga, como está ocurriendo en 2009, es grave, porque implica una reducción del bienestar de la población, cuya maximización es el objetivo de toda economía. Sin embargo, dado que estamos hablando de las economías más desarrolladas del mundo, la contracción de la renta, mientras no sea un fenómeno duradero, puede no ser demasiado grave. Mucho más lo es el aumento del desempleo, porque éste afecta gravemente a la distribución de la renta, a la equidad. Es decir, el aumento del desempleo hace que esa disminución de la renta recaiga de manera muy diferente: los desempleados son los que se llevan con mucho la peor parte, y este deterioro en la distribución de la renta (a pesar del paliativo que significa el seguro de desempleo, que, al fin y al cabo, sólo es un remedio parcial y temporal) recae con especial fuerza sobre ese colectivo, lo que puede provocar serias tensiones sociales y políticas. Así está ocurriendo en la mayor parte de los países desarrollados europeos y americanos. En Estados Unidos el desempleo empezó a crecer a partir de 2007: a principios de 2007 la tasa estaba por debajo del 4,5 por 100; a finales de 2009 estaba en el 10 por 100. En todos los países europeos ha crecido el desempleo desde que se desencadenó la crisis en 2007, pero las diferencias son grandes. En Italia, Francia o Alemania la variación ha sido de uno o dos puntos: en Italia ha pasado del 6,1 al 7,4 por 100; en Francia del 8,3 al 9,8; en Alemania en realidad ha descendido, del 8,4 al 7,7. El Reino Unido ha sido uno de los grandes que se ha visto más afectado, pasando las tasas del 5,3 al 7,7. Sin embargo, algunos países más pequeños han sido mucho más vulnerables a la crisis y al aumento del desempleo: en Irlanda, por ejemplo, uno de los más afectados por la burbuja inmobiliaria, las cifras indican un salto del 4,6 al 12,5; en Hungría del 7,4 al 10,3; en Eslovaquia, se ha pasado del 11,2 al 12,0. El aumento no es tan grande porque se partía de un nivel ya muy alto. Pero la palma, como ya sabemos, se la lleva España, que, partiendo de un nivel alto en 2007, se está acercando a finales de 2009 a la aterradora tasa del 20 por 100.
Fuente: Para comprender la crisis. Gabriel Tortella y Clara Eugenia Núñez. Gadir Editorial. Madrid. 2009.