Existe una versión muy conocida, que según se dice fue hallada entre los papeles de La Harpe...
Existe una versión muy conocida, que según se dice fue hallada entre los papeles de La Harpe, sobre una cena celebrada a principios de 1788 en casa de un miembro de la Académie. Entre los invitados se encontraban algunas personas muy famosas: Condorcet, Chamfort, Lamoignon de Malesherbes y la duquesa de Grammont, etc., y el ambiente de la velada fue muy libertino y
”philosophique”. Uno de los comensales recitó partes de la escandalosa
Pucelle de Voltaire y otro citó las frases de Diderot referentes a ahorcar al último rey con las tripas del último cura. Coincidieron en que no tardaría en llegar la “revolución” por la que todos habían trabajado, cuando la superstición y el fanatismo cedieran el lugar a la filosofía, e hicieran apuestas acerca de quiénes serían testigos del “reino de la razón”. Uno solo de los invitados permaneció en silencio, el anciano
illuminé Cazotte, hasta que, en tono grave, les dijo que tenía ciertos dotes para la predicción y que les podía asegurar que todos ellos verían su “sublime y gran devolución”. Puede que también quisieran conocer, añadió algunos de sus resultados: que Condorcet se suicidaría en la cárcel, que Chamfort se cortaría las venas con una navaja y que Malesherbes iría al cadalso en un carro, al igual que la duquesa y “señoras aún más encumbradas…” “¡Cómo! ¿Princesas de sangre?” preguntaron los demás… “Aún más elevadas”, respondió Cazotte. Ante esa respuesta, el anfitrión frunció el entrecejo y dijo que estaba llevando la broma demasiado lejos.
No tenemos por qué creer esta anécdota y, de hecho, sería difícil hacerlo, pero nos recuerda una teoría que concibe la Revolución como obra más o menos directa de los
philosophes, teoría que tardó más de un siglo en desdibujarse. Nunca fue una teoría muy convincente, aunque sólo fuera sino porque resulta difícil detectar la influencia que Diderot y sus amigos pudieron ejercer sobre los dirigentes activos de la Revolución. (Mientras que, y quizá esto resulte significativo, Palissot y el joven Fréron, dos de los enemigos más acérrimos de Diderot y su círculo, se convirtieron en profundos revolucionarios). Es cierto que Robespierre se refirió a los
encyclopédistes diciendo que formaban parte del “prefacio” de la revolución; pero también fue tajante al describirlos como “secta que, en materia política, siempre permaneció por debajo de los derechos del pueblo y que, en cuanto a la ética, fue mucho más allá de la destrucción de los prejuicios religiosos. Sus corifeos clamaban de vez en cuando contra el despotismo y recibían pensiones de los déspotas”.
Fuente: Diderot. P.N.Furbank. Emecé Editores España. Barcelona. 1994.
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