Georgescu-Roegen observó que el razonamiento económico, tal y como se desarrollaba en las tradiciones dominantes, no estaba en línea con la segunda ley de la termodinámica. Esta se basa en el principio de que la entropía aumenta de manera constante, de tal modo que el calor siempre viaja de un objeto caliente a uno más frío, a la vez que el tiempo siempre avanza y nunca retrocede. La entropía es irreversible. Los modelos de sistemas de equilibrio, los preferidos de los economistas y que constituyen los fundamentos de las teorías del crecimiento, eran por definición estables e incluso reversibles. Cualquier cambio producido por las políticas (o por un shock) podía contrarrestarse con políticas (o con un shock) en la dirección opuesta.
Georgescu-Roegen insistió en que la actividad económica era como cualquier otro tipo de actividad, ya sea orgánica o mecánica. Consiste en concentrar energía útil, producir satisfacción y desprenderse de los residuos como desechos. La eficiencia se define como la relación entre la satisfacción y los desechos. Si los recursos se pueden reponer, el proceso puede repetirse. Si no pueden reponerse, o si los residuos perjudican el medio ambiente, el proceso debe detenerse. Un recurso dado solo puede usarse una vez; su uso es un dato histórico; una vez usado, ya no hay vuelta atrás. En palabras de P.G. Wodehouse cuando cita a Omar Khayyám: “el dedo en movimiento escribe, y una vez ha escrito, se va”.
Los organismos desarrollan estructuras –biológicas, mecánicas y sociales- para transformar los recursos en formas que se puedan usar. Estos son los llamados costes fijos, en tanto las estructuras requeridas deben construirse antes de iniciar la producción. Debes trazar de antemano una estrategia –comprometerse con un tipo de tecnología- para extraer y usar los recursos. Los costes son por tanto fijos, en la medida en que esta estrategia no puede variar en un período breve de tiempo. Al uso de los recursos que varía según el nivel de producción se le llama coste variable. Sistemas económicos diferentes tienen combinaciones distintas de costes fijos y variables. Cuando no se produce, no existen costes variables, pero aún hay que pagar los fijos.
En general, un sistema funcionará si el valor del total de los recursos extraídos excede al coste de extraerlos, ambas cosas medidas en unidades de energía: es decir, un superávit de energía. Para conseguirlo, se debe invertir previamente; si no es así, el coste variable es igual al producto, y no hay ganancia neta. Los animales y empresas más grandes, que han realizado tal inversión, tienden a tener una vida más larga y a convertirse en los depredadores en la cima de sus respectivas cadenas tróficas –han desarrollado condiciones ventajosas y tienen reservas-. Por este motivo, lo que los economistas de la escuela austríaca han denominado como métodos de producción “indirectos” -métodos que usan más capital- poseen una ventaja evolutiva cuando los recursos son baratos.
Fuente: El fin de la normalidad. James K.Galbraith. Traficantes de Sueños. Madrid.2018.