¿Has oído hablar de las endorfinas? Se conocen también como el subidón de los corredores...
¿Has oído hablar de las endorfinas? Se conocen también como el subidón de los corredores. Son nuestros propios opiáceos generados internamente. Siguieron más investigaciones y los péptidos comenzaron a aparecer por todas partes. La doctora Pert apunta: “En mi laboratorio en el NIH, empecé a elaborar esquemas de receptores de cualquier péptido que alguien hubiera descubierto en cualquier sistema biológico. Y en efecto, siempre que buscaba unos receptores, encontrábamos otros... Hicimos un montón de esquemas detallados de receptores y conseguimos descubrir no sólo receptores opiáceos, sino también otros péptidos, y se encontraban en aquellas partes del cerebro donde se pensaba que se transmitían las emociones”.
Tras el descubrimiento, los científicos comenzaron a mirar los receptores y los péptidos con ojos completamente nuevos. Como dice la doctora Pert, “empezamos a considerar los neuropéptidos y sus receptores como
moléculas de la emoción ”.
Estaba claro que todo lo que sentimos, cada emoción, produce una sustancia química o un compuesto químico específicos que se corresponde con la emoción. Esas sustancias químicas, o neuropéptidos, o moléculas de la emoción (MOE), constituyen una cadena de aminoácidos formada por proteínas y se elaboran en el hipotálamo. “El hipotálamo -explica el Joe Dispensa- es como una pequeña fábrica donde se producen ciertas sustancias químicas que se corresponden con ciertas emociones que experimentamos”. Esto significa que cada emoción lleva asociada una sustancia química (MOE), y la absorción corporal de dicha sustancia por parte de las células es lo que suscita el
sentimiento de emoción.
Los investigadores no sólo descubrieron que las moléculas de la emoción se corresponden con las emociones, sino que las encontraron incluso en criaturas unicelulares. La Candace Pert descubrió “las mismas moléculas idénticas en la criatura unicelular más simple, lo que muestra que el placer es muy básico. Fuimos diseñados para funcionar con placer. Creo que somos adictos al placer y que nuestro cerebro está programado para grabar el placer y buscar el placer. Ése es el objetivo final: encontrar placer y evitar el dolor. Y eso es lo que dirige la evolución humana”.
La conexión de las moléculas de la emoción con lo que percibimos y experimentamos es muy directa. Por ejemplo: la parte del cerebro que controla el movimiento rápido de los ojos y decide qué enfocar está recubierta de receptores opiáceos. Esto tiene sentido desde una perspectiva evolutiva. Prestamos atención a lo que es importante, y lo que es importante o muy significativo para nosotros, las moléculas de emoción lo transmiten al cuerpo por vía química y con mucha rapidez.
Con el tiempo, una multitud de ideas, actitudes y recuerdos han recubierto ese botón tan simple del placer/dolor. Y aunque hay un largo trecho en la evolución desde la ameba que busca alimento hasta los encajes franceses, las emociones
tuvieron que ser instaladas en el cuerpo de manera apremiante para resolver la escena proverbial del “tigre en la jungla”. Y resolverla rápidamente.
Fuente: ¿¡ Y tu que sabes !?. William Arntz,Betsy Chasse,Mark Vicente. Editorial La Esfera de los Libros. Madrid. 2006.
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