Hay que dejar claro (es una de las lecciones de la Historia) que las ideas son las que hacen avanzar a los hombres...
Hay que dejar claro (es una de las lecciones de la Historia) que las ideas son las que hacen avanzar a los hombres. La economía es importante, el marxismo lo ha subrayado, y está claro que es la necesidad de gestionar el agua y los graneros lo que provocó el nacimiento del Estado; pero, al contrario de lo que pensaba Marx, no es el motor supremo del ser humano. El fondo del hombre es metafísico, como hemos señalado al describir su surgimiento en la prehistoria. Aunque las ideas neolíticas tienen sus consecuencias.
El progreso no existe en el seno de esas civilizaciones. Ellas representan en sí mismas un inmenso progreso, pero, una vez realizada la revolución agrícola, ya no desean cambiar. Allí el tiempo se concibe como una rueda que gira, como un eterno retorno. La esvástica, o cruz gamada, es un símbolo indio (Hitler arrebató ese logo a los brahmanes): es la rueda del tiempo que gira eternamente alrededor de sí misma. Para el indio, que respeta la tradición, el cambio es una especie de pecado.
Aquellas gentes, mesopotámicos, chinos, indios, egipcios, inventaron muchas cosas –el cero, la pólvora, la brújula-, pero nunca imaginaron utilizar sus inventos como palanca para transformar el mundo; éste es el motivo de la extraordinaria inmovilidad de esas civilizaciones que se transformarán por influencias externas: Egipto, Mesopotamia y la India. Para “el Imperio del Medio”, China, aislada, la influencia de las invasiones bárbaras será demasiado débil y siempre absorbida, hasta la llegada de los europeos.
Tampoco existe la revolución -al menos la revolución individual-. Hay que entender que el escándalo ante la injusticia es una idea judeo-cristiana. Todos los animismos son fatalistas. Aún en la actualidad, un brahmán que se cruza con un mendigo moribundo a un lado del camino no siente la necesidad de socorrerlo, piensa que ese hombre, en una vida anterior, debió de cometer muchas malas acciones. Una parte de la miseria que prevalece en esas sociedades procede de ese modo de soportar la injusticia. Según palabras de Edgar Morin, “allí lo intolerable es intolerablemente tolerado”.
Fuente: Toda la historia del mundo. Jean-Claude Barreau y Guillaume Bigot. Punto de Lectura. Madrid. 2006.
« volver