<i> La intuición es un roce. La intuición es un roce entre la incertidumbre resuelta y la incertidumbre por resolver...</i>

La intuición es un roce. La intuición es un roce entre la incertidumbre resuelta y la incertidumbre por resolver. La intuición es un roce entre el pasado y el futuro. La intuición es un roce entre el aquí y el allí. La intuición es un roce entre lo percibido por primera vez y lo percibido por segunda vez. Intuir es conectar una realidad con algo que, comprendido o no, ha sido percibido anteriormente. La trayectoria de una pelota después de un raquetazo se intuye después de ver mucho tenis. Aunque no se comprenda. La intuición es conocimiento revelado por la propia mente, una mente que se nutre con cada nueva percepción. La capacidad para intuir crece con la riqueza de nuestra vida cotidiana. El más viejo del lugar no comprende mejor, lo que hace mejor es intuir. Pero la percepción humana ocurre en una realidad muy estrecha respecto de todo lo que acontece en este mundo. No vemos lo demasiado pequeño, ni lo demasiado rápido, ni lo demasiado grande, ni lo demasiado complejo, vemos pocos colores, oímos pocas notas, olemos poco y a muy corta distancia… Por ello, aunque se puede intuir sin comprender y comprender sin intuir, nuestra capacidad para comprender supera con creces nuestra capacidad para intuir. Es la grandeza de la ciencia, que puede comprender sin necesidad de intuir.

La física cuántica o la física relativista se comprenden mucho mejor de lo que se intuyen. La teoría de la evolución de las especies, en cambio, hoy, se intuye bien aunque aún no se comprenda del todo. En eso se parece a lo que ocurre en arte. Es la grandeza del arte: se intuye sin necesidad de comprender
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Fuente: El gozo intelectual. Jorge Wagensberg. Tusquets Editores. Barcelona.2008

 

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