<i> Los hechos pueden verse influidos por la formulación de enunciados sobre ellos </i>, dice Soros...
La reflexividad.
Los hechos pueden verse influidos por la formulación de enunciados sobre ellos , dice Soros. Y esta idea condensa su concepto de reflexividad. Se trata, sucintamente resumido, de que, a diferencia de las ciencias naturales y la naturaleza, en las ciencias sociales y en la sociedad, los actos y los pensamientos de los actores, sean científicos o agentes activos, modifican la propia realidad. Existe, según él, una intensa interacción entre pensamiento y realidad que hace imposible, o casi imposible, sostener la existencia de una realidad estrictamente objetiva en la economía y en la sociedad. Y se fundamenta en su propia actuación y la de sus iguales: los grandes especuladores financieros. No basta un conocimiento de la estructura y evolución de los mercados financieros para predecir el futuro, puesto que la propia acción de uno de los agentes activos conlleva la modificación de la expectativas de otros y ello, modifica el propio comportamiento del mercado.
Ésta es sucintamente la idea. A mi entender, es una de las más endebles que nos ofrece Soros. Es ciertamente actuante en el terreno de los mercados financieros si uno es un gran especulador. Pero el común de los mortales no es un gran especulador. Para el común de los mortales la economía se presenta como un dato, como algo externo a él, como una situación a la que inexorablemente se debe someter y debe actuar en consecuencia. Por tanto, para el común de los mortales
la economía tiene el valor de ser una realidad objetiva inmodificable mediante la acción personal e individual de cada uno de ellos .
No obstante, este concepto de reflexividad lleva a Soros a concluir con la necesidad de abandonar la teoría económica al uso y la necesidad de construir otra nueva, que trascienda el marco de la búsqueda del equilibrio y que abandone el paradigma de que el mercado es el mejor método para resolver “cualquier cosa”.
Fuente: Macroeconomía y crisis mundial. Edición de Diego Guerrero. Editorial Trotta. Madrid. 2000.
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