Jugar es un gasto fruitivo de energía. Todos los organismos superiores disfrutan con actividades derrochadoras...

Jugar es un gasto fruitivo de energía. Todos los organismos superiores disfrutan con actividades derrochadoras. Darwin se había percatado ya de la prodigalidad de los pájaros tropicales, que cantan demasiado, sin finalidad alguna, como si jugaran a cantar (Buytendijk, 1933). Según Lorenz, los pájaros entonan sus cánticos más hermosos cuando cantan por placer. “Una y otra vez –escribe- me ha conmovido profundamente constatar que el pájaro cantor logra su máximo rendimiento artístico en la misma situación biológica y en el mismo estado de ánimo que el ser humano, a saber, cuando produce juguetonamente y, por decirlo así, alejado de la seriedad de la vida ” (Lorenz, 1943). Disculpemos las exageraciones empáticas del etólogo y retengamos sólo que los animales realizan actividades inútiles en apariencia, y que no siempre son ejercicios de entrenamiento. Darling, en su estupenda monografía sobre la vida de los ciervos, ha descrito algunos juegos, que todos los que hemos convivido con perros reconocemos: King of the Castle : juego en el que un animal defiende una elevación del terreno –el castillo- mientras su contrincante intenta arrojarlo de su posición y ocuparla él mismo. Racing: competencia de carreras en la que sólo importa quién llega más lejos. Tig: corretear en solitario alrededor de un árbol, o una piedra (Darling, 1937).
También los cortejos y pavoneos son excesivos y no puedo dejar de pensar que hay en la naturaleza un gratuito afán de exhibirse y deslumbrar. La vanidad no es una debilidad humana, sino una característica zoológica.

 

Fuente: Elogio y refutación del ingenio. José Antonio Marina. Editorial Anagrama. Barcelona. 1992.

 

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