La actual generación tiene una extraña forma de autoconciencia y ejercita sobre sí misma una extraña forma de autocrítica...

LAS BELLOTAS Y LA ENCINA

La actual generación tiene una extraña forma de autoconciencia y ejercita sobre sí misma una extraña forma de autocrítica. Tiene conciencia de ser una generación de transición, o mejor aun, cree ser algo así como una mujer encinta: cree estar a punto de dar a luz y espera que le nazca un gran hijo. Se lee a menudo que “se está a la espera de un nuevo Cristóbal Colón que descubrirá una nueva América del arte, de la civilización, de las costumbres”. También se ha escrito que vivimos en una época predantesca: se espera al nuevo Dante que sintetice potentemente lo viejo y lo nuevo y dé a lo nuevo el impulso vital. Este modo de pensar, recurriendo a imágenes míticas tomadas del desarrollo histórico pasado, es muy curioso e interesante para comprender el presente, su vacuidad, su falencia intelectual y moral. Se trata de una de las formas más extravagantes del “juicio de la posteridad”. En realidad, con todas las profesiones de fe espiritualistas y voluntaristas, historicistas y dialécticas, etc., el pensamiento que domina es el evolucionista vulgar, fatalista, positivista. Se podría plantear así la cuestión: toda “bellota” puede pensar en convertirse en encina. Si las bellotas tuvieran una ideología, sería precisamente la de sentirse “grávidas” de encina. Pero en la realidad, el 999 por mil de las bellotas sirven de pasto a los chanchos y a lo sumo, contribuyen a elaborar salchichas y mortadela.

 

Fuente: Pasado y presente. Antonio Gramsci. Granica Editor. Barcelona. 1977.

 

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