La bacteria es el paradigma del ser vivo sencillo generalmente contrapuesto a la idea de progreso...
La bacteria es el paradigma del ser vivo sencillo generalmente contrapuesto a la idea de progreso. Si existe una forma viva común a todo el universo casi seguro que es la bacteria. En nuestro planeta son tan viejas como la vida misma, tienen una superioridad numérica abrumadora, una diversidad inabarcable, son (como concepto) poco menos que indestructibles (siempre se salvan las suficientes de cualquier agresión catastrófica), omnipresentes en las condiciones más adversas (donde parece que ya no vive nada todavía es posible encontrar alguna bacteria) y han protagonizado efemérides trascendentes en la evolución del medio ambiente planetario. Las bacterias han dominado y dominan a lo largo y ancho del tiempo y del espacio, y ocupan el rango más bajo de la complejidad de la materia viva. Vale. También es cierto que, por todo lo apuntado, parecen muy progresivas. Pero lo parecen respecto de, aquí sí, vagos y antropocéntricos conceptos de progreso. El test de consistencia, sin embargo, funciona bien con nuestra propuesta. Un individuo bacteriano intercambia poca información con su entorno, exhibe una pobrísima independencia del mismo y, desde luego, no escribe poemas.
Un individuo hormiga, una obrera por ejemplo, es menos progresiva que un hormiguero. Aunque suene en este caso como una máxima fascistoide (
la vida sólo vale la pena si es al servicio de una causa grande ), la dependencia de la hormiga está al servicio de una mayor independencia del hormiguero. Así se escalan los niveles jerárquicos de la materia. El progreso, en este sentido de independencia, no puede ser un concepto intrascendente. Al contrario. Estoy convencido de que es una idea esencial para comprender todos aquellos mecanismos no azarosos (haberlos... ¡algunos hay!) que colaboran a que una porción, tan pequeña como se quiera, de la materia progrese.
Fuente: El progreso. Jorge Wagensberg y otros.
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