La democracia no destruye las condiciones para que se dé el desprecio...

La democracia no destruye las condiciones para que se dé el desprecio. A pesar del lenguaje de la igualdad, seguimos reconociendo estatus, clases y categorías sociales que establecen jerarquías. Es decir, podemos seguir mostrando fácilmente muchos ejemplos de desprecio hacia arriba o de desprecio convencional hacia abajo. Aunque no hay duda de que algunos desprecios representan aspiraciones de dominio antagónicas, como sucede con el desprecio entre iguales en la sociedad heroica, otros plantean los estilos de desprecio que pueden encontrarse en las sociedades estrictamente jerarquizadas. La democracia, lejos de destruir las bases del desprecio hacia los superiores o los inferiores, lo que hace es posibilitar que los inferiores aumenten los estilos de desprecio hacia arriba con los que ya contaban en el antiguo orden.

Si la forma predominante de desprecio hacia arriba era y sigue siendo sobre todo la ridiculización de los superiores, mediante las exaltaciones de desorden, satirizando su hipocresía e incompetencia, con la proliferación y división de papeles y los supuestos democráticos se hace posible mostrarse sencillamente indiferente, encontrar el espacio más que suficiente para uno mismo, en el que no tenemos que prestar atención a los superiores y, además, nos da igual. Los inferiores disponen ahora del desprecio hobbesiano que consiste en no tener que molestarse en prestar atención a los superiores, lo que supone que éstos se sientan inquietos, porque no son capaces de entender que puedan pasar desapercibidos de esta manera.

¿Y qué estrategia se puede poner en marcha para combatir esta indiferencia? ¿Ignorarla? Esto consistiría simplemente en combatir su indiferencia fingiendo indiferencia. Golpear a la gente ya no está permitido y despedirla o no contratarla es algo que queda muy circunscrito. Algunos superiores pueden permitirse experimentados de igualdad del tipo de la Brook Farm en el siglo XIX o del tipo que parodiaba Tom Wolfe en Radical Chic Mau-Mauing the Flak Catchers en el siglo XX. Pero estos experimentos parecían exacerbar más el esnobismo y los desprecios antagónicos en lugar de minar sus bases. Puede que se trate de que el carácter mutuo del desprecio forme parte de aquello en lo que consiste el pluralismo democrático. La democracia ha conseguido que los inferiores pasen a estar armados con algunos de los desprecios que antes sólo estaban al alcance de los superiores. Ahora todo el mundo tiene derecho a pensar que su voto pierde valor en comparación con los de todas esas personas despreciables que tienen que aguantar en virtud de la democracia. No estamos ante un logro sin importancia, sino que constituye buena parte de lo que distingue la democracia del antiguo orden.

 

Fuente: Anatomía del asco. William Ian Miller. Grupo Santillana de Ediciones. Madrid. 1998.

 

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