La lógica es una ciencia. Y una ciencia <i> formal </i>. Dicho de otro modo: una ciencia <i> deductiva </i>...

La lógica es una ciencia. Y una ciencia formal . Dicho de otro modo: una ciencia deductiva . Toda ciencia es un sistema de enunciados. La lógica, por tanto, también lo es, pero con la peculiaridad de que sus enunciados están deductivamente trabados. En lógica, como veremos, hay axiomas y teoremas -o bien, reglas básicas y reglas derivadas de inferencia-, y estos últimos -o estas últimas- se deducen, se siguen formalmente de los primeros -de las primeras. Las verdades lógicas –cada una de las cuales no es sino el enunciado de un modelo válido de inferencia- están organizadas en un sistema deductivo: es decir, que algunas de ellas se toman como primitivas, y de ellas se extraen las restantes por deducción .

Ahora bien: la lógica es la teoría formal del razonamiento, el estudio de la argumentación formalmente válida, la ciencia de la inferencia deductiva. Hablar de un razonamiento formalmente válido es como hablar de un razonamiento deductivamente válido, pues la conexión entre premisas y conclusión sólo es necesaria -sólo es deductiva- cuando es la pura forma de las premisas la que nos arrastra a la conclusión. Nos encontramos, entonces, con que la lógica, que es la ciencia de la deducción, es a su vez una ciencia organizada deductivamente, una ciencia cuyos enunciados –es decir, las verdades lógicas, cada una de las cuales expresa un modo válido de razonamiento- están ligadas por deducción, se deducen unos de otros. Resulta, pues, que la lógica es una ciencia “reflexiva”, una ciencia que se dobla, que se vuelve sobre sí misma: es la ciencia deductiva de la deducción, la ciencia formal de la validez formal de las inferencias. Es una ciencia que se rige por los mismos principios que estudia.

Ni que decir tiene que la lógica, en el transcurso de su larga y sinuosa historia, ha tenido a menudo conflictos fronterizos con algunas otras disciplinas, o incluso ha sido, pura y simplemente, confundida con ellas: con la psicología del razonamiento, con la teoría de la ciencia, con la teoría del conocimiento o con la ontología.

Por supuesto también que la lógica, en cuanto ciencia del análisis formal del razonamiento, no pretende en modo alguno agotar todos los aspectos de éste. Hay en el razonamiento –dicho sea cometiendo la vulgaridad de parafrasear una vez más una frase del Hamlet - muchas más cosas que su pura forma, otras muchas cosas que la lógica no busca. Ocurre simplemente que la actividad científica –y precisamente por eso la actividad científica necesita de la filosofía- opera sobre la base de la división -técnica, y no social- del trabajo. De ahí que no hayamos dicho que la lógica sea la ciencia del razonamiento a secas, sino la ciencia que se ocupa de los aspectos formales del razonamiento.

 

Fuente: Introducción a la lógica formal. Alfredo Deaño. Alianza Editorial. Madrid. 2007.

 

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