La mejor demostración de las miserias que acompañan al desarrollo es la letanía...

La mejor demostración de las miserias que acompañan al desarrollo es la letanía que obliga a vincular éste con los adjetivos sostenible y duradero. La inanidad de tales objetivos se revela a través del hecho de que hay quien ha hablado, con un punto de ironía, de la necesidad de postular una “sostenibilidad sostenible”. En realidad ocurre algo parecido con el término desarrollo local, que no acierta a esconder cómo gracias a él, y en muchos casos, lo local ha pasado a responder obscenamente a los intereses de los poderes económicos y financieros. Como señala Latouche, lo de desarrollo insostenible tenía al menos la virtud de recordar que el proceso debía terminar, por lógica, en algún momento, algo que no puede decirse, en cambio, de lo de desarrollo sostenible. A Latouche no le va a la zaga en las críticas James Lovelock, quien, tras recordar que para el International Geosphere Biosphere Program “el desarrollo sostenible es un objetivo móvil. Representa un continuo esfuerzo para equilibrar e integrar los pilares del bienestar social, la prosperidad económica y la protección ambiental en beneficio de las generaciones presentes y futuras”, apostilla que, aunque muchos consideran semejante opción superior a la del laissez faire, al cabo una y otra comparten un horizonte común: la probabilidad de un desastroso cambio global. “Esperar que el desarrollo sostenible o la confianza en los negocios configuren políticas viables es como esperar que la víctima de un cáncer de pulmón se cure si deja de fumar; ambas medidas niegan la existencia de una enfermedad de la Tierra”, señala Lovelock. Lo de desarrollo sostenible tiene un buen contrapunto –dicha sea de paso- en la opinión de Gao Feng, jefe de la delegación china en las negociaciones sobre el cambio climático. Para este buen hombre el término remite a la idea de “un crecimiento y un desarrollo que no deben verse sometidos a trabas. Para British Petroleum, entre tanto, el desarrollo duradero” es ante todo producir más energía, más petróleo, más gas, quizás más carbón y energía nuclear y, naturalmente, más energías renovables. Hay que asegurarse al tiempo de que esto no se hace en detrimento del medio”.

 

Fuente: En defensa del decrecimiento. Carlos Taibo. Los Libros de la Catarata. Madrid.2009.

 

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