La originalidad y la grandeza de Weber se deben en primer lugar a la circunstancia de que ha sido y ha querido ser a la vez hombre político y sabio investigador...
La originalidad y la grandeza de Weber se deben en primer lugar a la circunstancia de que ha sido y ha querido ser a la vez hombre político y sabio investigador; más precisamente, al hecho de que ha separado y unido política y ciencia. Separado: pues la ciencia debe ser independiente de toda política, libre de todo juicio de valor. Unido: pues la ciencia es concebida de tal manera, que resulta indispensable a la política. Dicho de otro modo, la ciencia sólo puede mostrarse útil a condición de ser estrictamente positiva; la política sólo puede ser honesta a condición de expresar nuestra voluntad y esclarecerse por medio de la ciencia: ciencia de hombre político y política de sabio investigador. El historiador indaga en el pasado las evoluciones únicas, los actos por los cuales los hombres han aventurado su destino. La política es la teoría y el arte de las elecciones no reversibles. Síntesis, merced a la conciencia de límites infranqueables.. Ni la ciencia ni la realidad imponen ley alguna; la ciencia, incapaz de profecía o de visión total, deja al hombre una entera libertad; cada uno decide para sí.
Más allá del hombre político, objeto de la ciencia del pasado y actor en el presente, es el hombre por entero lo que aparece en la obra de Weber: hombre en un mundo desgarrado donde le es preciso elegir entre los dioses; hombre en lucha con el destino contra el cual su fe viene a destrozarse. Tales serían, pues, los dos últimos temas de la aventura humana, cuyo relato nos es dado por la historia: la rivalidad de los dioses, los conflictos de la fe y de la necesidad.
Fuente: La sociología alemana contemporánea. Raymond Aron. Editorial Paidós. Buenos Aires. 1965.
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