La política anticrisis debe ser consciente de las externalidades...

La política anticrisis debe ser consciente de las externalidades. Las regulaciones de un país pueden tener un impacto sobre los demás. Como mínimo es necesario una coordinación de la regulación financiera mundial. Aunque esta crisis es planetaria, las respuestas se han concebido a nivel nacional, con una coordinación mínima entre países: cada uno ha hecho lo que ha podido para proteger su propia economía. Los países en desarrollo –también aquellos que gestionaban sus políticas monetaria, fiscal y reguladora mejor que aquellos países industrializados avanzados donde se gestó la crisis- han sido puestos en una situación de gran desventaja. Además de los problemas de competencia desleal –estos países simplemente no pueden competir con los subsidios y avales de los países más ricos-, no tienen los recursos para aplicar políticas fiscales contracíclicas.

Un séptimo tema está relacionado con la innovación. Los mercados financieros se enorgullecían de su capacidad de innovación. Y aun así no consiguieron innovar para conseguir un crecimiento más sostenible o una mayor estabilidad que permitiera a lo ciudadanos de a pie gestionar mejor los riesgos a que se enfrentaban y que garantizara una transferencia efectiva de los riesgos desde aquellos que no pueden asumirlos a los que sí pueden. En efecto, algunas de las innovaciones han contribuido al problema: han empeorado los problemas derivados de las asimetrías en la información, y la complejidad creciente hizo que la evaluación y la gestión del riesgo fueran más difíciles. Algunas de las innovaciones estaban destinadas a evitar la regulación financiera diseñada para garantizar la eficiencia y estabilidad del sistema financiero. Existe la idea según la cual una mayor regulación va en contra de la innovación. Falso: una mejor regulación puede hacer que los talentos emprendedores innoven en el sentido de mejorar el bienestar de la sociedad. Creemos que las tecnologías modernas y los avances en el conocimiento de los procesos económicos han reforzado el alcance de estas innovaciones, y hemos dedicado esfuerzos considerables a identificar algunas de las innovaciones institucionales que pueden contribuir a mejorar el bienestar de los ciudadanos de a pie y el funcionamiento del sistema económico global.

Aunque los debates sobre los fallos de los mercados se han centrado en el sector financiero, hay que decir que algunos de los problemas clave son más generales. Las estructuras de incentivos viciadas que provocaron una exposición excesiva al riesgo y un comportamiento basado en el corto plazo eran, en parte, resultado de problemas en la gobernanza de las empresas, que se manifiestan también en otras partes. Los problemas de los bancos “demasiado grandes para quebrar” o “demasiado grandes para ser reestructurados” reflejan cuán inadecuadas son las leyes de la competencia y/o cuán débil es su aplicación.

Hay un último tema común: a la hora de responder a las exigencias del momento tengamos cuidado en no agravar los problemas de fondo. Es necesario que consideremos la crisis actual como una oportunidad para acometer las reformas necesarias. Históricamente, los momentos de crisis ofrecen una oportunidad excepcional para efectuar reformas fundamentales que, en otros momentos, serían imposibles. Pero existe también un peligro: las estructuras de poder actuales pueden utilizar estos momentos de crisis en su propio provecho, reforzando las desigualdades y las injusticias. Es posible que después de la crisis se produzca una mayor concentración de poder económico y político. Ha sucedido en el pasado, y parece que en algunos países ya está sucediendo, ya que algunos bancos “demasiado grandes para quebrar” han visto aumentar su tamaño.

 

Fuente: El Informe Stiglitz. Joseph E.Stiglitz.RBA Libros.Barcelona.2013.

 

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