La presteza con la que los prestatarios subprime pagaban sus préstamos era otro aspecto extraño más de este mercado en expansión.(Michael Lewis)

La presteza con la que los prestatarios subprime pagaban sus préstamos era otro aspecto extraño más de este mercado en expansión. Ello tenía que ver con la estructura de los préstamos, que se fijaban durante dos o tres años a un tipo de interés “de enganche” artificialmente bajo antes de subir de golpe al tipo de interés variable “de continuación”. “”Estaban haciendo préstamos a personas de bajos ingresos a un tipo de interés de enganche cuando sabían que no podrían permitirse pagar el tipo de interés de continuación –explicaba Eisman-. Lo hacían para que, cuando los prestatarios llegaran al final del período de enganche, tuvieran que refinanciar, de modo que los prestadores pudieran sacarles más dinero”. Así, los préstamos a treinta años se diseñaban para ser amortizados en solo unos pocos. En el peor de los casos, si comprabas permutas de impago crediticio sobre 100 millones de dólares en bonos hipotecarios basura, podías terminar desembolsando prima durante seis años: pongamos 12 millones de dólares. En el mejor, las pérdidas en los préstamos subían del 4 por ciento actual al 8 por ciento, y ganabas 100 millones de dólares. Los corredores de apuestas te estaban ofreciendo probabilidades de entre 6:1 y 10:1, cuando las probabilidades de que el asunto saliera bien parecían estar más cerca de 2:1. Nadie que se dedicara a hacer apuestas inteligentes podía desaprovechar esta.

 

Fuente: La gran apuesta. Michael Lewis. Random House Mondadori. Barcelona. 2013.

 

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