Los sueños son una especie de locura, un ajetreo de visiones...

Los sueños son una especie de locura, un ajetreo de visiones, en gran parte desconectadas de la realidad, cargadas de emociones y empapadas de símbolos, arbitrarias en su contenido y potencialmente infinitas en su variedad. Es muy probable que soñar sea un efecto colateral de la reorganización y la edición de información en los bancos de memoria del cerebro. No es, como Freud imaginaba, el resultado de emociones salvajes y memorias escondidas que se escabullen en un descuido del censor que es el cerebro.

Los hechos que subyacen a la hipótesis de activación-síntesis pueden interpretarse como sigue. Durante el sueño, cuando cesan casi todas las entradas sensoriales, el cerebro consciente es activado internamente por impulsos que se originan en el tallo cerebral o bulbo raquídeo. El cerebro anda a la rebatiña para realizar su función usual, que es crear imágenes que se mueven a lo largo de narraciones coherentes. Pero al carecer de entradas de información sensorial minuto a minuto, incluidos los estímulos generados por el movimiento del cuerpo, permanece desconectado de la realidad externa. Por lo tanto, hace todo lo que puede: crea fantasía. El cerebro consciente, que recupera el control al despertarse, y con todas sus entradas sensoriales y motrices restauradas, revisa la fantasía e intenta darle una explicación racional. La explicación falla y, como resultado, la propia interpretación del sueño se convierte en una especie de fantasía. Esta es la razón por la que las teorías psicoanalíticas que se refieren a los sueños, así como las interpretaciones sobrenaturales paralelas que surgen en el mito y la religión, son, a la vez, emocionalmente convincentes y objetivamente incorrectas.

 

Fuente: Consilience. Edward O.Wilson. Galaxia Gutenberg. Barcelona. 1999.

 

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