Marx estructura su investigación del dinero como un despliegue dialéctico, en el curso del cual deriva, lógicamente, tanto la forma social del dinero...
Marx estructura su investigación del dinero como un despliegue dialéctico, en el curso del cual deriva, lógicamente, tanto la forma social del dinero, que le lleva a su análisis del capital, como los modos de aparición que encubren dicha forma social. Procediendo desde su análisis de la mercancía como dualidad de valor y valor de uso, Marx determina inicialmente al dinero como una expresión manifiesta, externalizada, de la dimensión valor de la mercancía. Sostiene que en una sociedad en la que la mercancía es la forma universal del producto, el dinero no vuelve conmensurables a las mercancías, sino que se trata más bien de una expresión, de una forma necesaria de aparición, de su conmensurabilidad, del hecho de que el trabajo funciona como una actividad de mediación social. No obstante lo cual, éste no
parece ser el caso, como Marx indica en el curso de la elaboración de las diferentes funciones del dinero (como medida de valores, medio de circulación y dinero). Muestra que existe una discrepancia cuantitativa necesaria entre el valor y los precios y que algo puede tener un precio sin tener un valor. Por estas razones, la naturaleza del dinero en el capitalismo puede estar oculta: el dinero puede no aparecer como una expresión externalizada del tipo de mediación social que constituye la sociedad capitalista (el trabajo abstracto objetivado como valores). Más aún, dado que la circulación de las mercancías se efectúa mediante la externalización de su carácter dual –en la forma de dinero y mercancías-, parece tratarse de meros objetos “cosificados”, de bienes circulantes gracias al dinero, antes que de objetos automediados, de mediaciones sociales objetivadas. Así, la naturaleza peculiar de la mediación social en el capitalismo da lugar a una antinomia -tan característica de las visiones del mundo modernas occidentales- entre una dimensión concreta “secularizada”, “cosificada”, y una dimensión puramente abstracta, por medio de la cual el carácter socialmente constituido de ambas dimensiones, tanto como su relación intrínseca, permanece velado.
Fuente: Tiempo, trabajo y dominación social. Moishe Postone. Marcial Pons,Ediciones Jurídicas y sociales. Madrid. 2006.
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