Mencionaré para terminar otro sentimiento cuya ausencia se considera censurable: la <i> gratitud... <i/>

Mencionaré para terminar otro sentimiento cuya ausencia se considera censurable: la gratitud. Se define como afecto a otra persona motivado por el reconocimiento de haber recibido un favor de ella, es decir, algo dado gratuitamente. Durante siglos se consideró que “quien no es agradecido no es bien nacido”. El sentimiento de afecto se consideraba tan importante que los autores clásicos creían que debía durar el mayor tiempo posible. “La presteza en devolver”, escribió Séneca, “no es propia de un hombre agradecido, sino del autor” ( De los beneficios, IV, cap.40). Santo Tomás de Aquino hace una curiosa precisión: “En la gratitud debe tenerse en cuenta, lo mismo que al hacer el beneficio, el afecto y el don. En cuanto al afecto, la gratitud debe manifestarse enseguida de recibir el favor. ¿Quieres devolver un beneficio?, pregunta Séneca. Recíbelo con buen corazón. En cuanto al don mismo, debe esperarse a un tiempo en que la recompensa sea oportuna al bienhechor; pues si se quiere responder inmediatamente a un don o regalo con otro, tal gratitud no parece virtuosa. Porque, como dice Séneca, el que procura devolver demasiado pronto, es deudor contra su voluntad, y quien por fuerza debe es un ingrato ( Suma teológica, II-II, q.106, a. 4).

 

Fuente: El laberinto sentimental. José Antonio Marina.

 

« volver