Mi experiencia habitual del transcurrir del tiempo queda suspendida mientras soy testigo de su paso...
Mi experiencia habitual del transcurrir del tiempo queda suspendida mientras soy testigo de su paso. Como dirían los científicos, su formación se caracteriza por ser
caótica, al igual que las formaciones de nubes o las formas de los árboles. Hay un orden en ella, y dentro de ese orden, hay desorden; sin embargo, dicho desorden se produce también de manera ordenada. Para mí, ahora, esto es el regalo de la fascinación y el asombro. Hoy, mientras llego al trabajo, la naturaleza me muestra cómo son las cosas en realidad en un pequeño ámbito; me recuerda cuán poco sabemos los humanos y cuán poco valoramos, o percibimos, la armonía.
Y, mientras leo el periódico esa noche, me entero de que las consecuencias de talar las selvas tropicales que cubren las tierras altas del sur de Filipinas no fueron visibles hasta que se produjo el tifón de finales de 1991, cuando la tierra desnuda fue incapaz de contener el agua y la dejó correr libremente hacia las tierras bajas con un caudal cuatro veces superior al habitual, dando lugar a que miles de habitantes pobres de la región murieran ahogados. Como dicen, “Cosas que pasan”. El problema es que con demasiada frecuencia no estamos dispuestos a asumir nuestra parte de responsabilidad. Es evidente que desdeñar la armonía de las cosas tiene sus riesgos.
La armonía de la naturaleza está constantemente a nuestro alrededor y en nuestro interior. Percibirla representa una oportunidad para experimentar una gran felicidad, pero por lo general sólo solemos apreciarla en retrospectiva o en su ausencia. Si todo anda bien en el cuerpo, tiende a pasar desapercibido. El hecho de que no nos duela la cabeza no es una noticia de primera plana para nuestro córtex cerebral. Las habilidades como andar, ver, pensar i orinar se ocupan de sí mismas, y de este modo se incorporan al paisaje de la automaticidad y de la inconsciencia. Sólo el dolor o el miedo o la pérdida nos despiertan y hacen que las cosas pasen a un primer plano. Pero entonces nos resulta más difícil percibir la armonía y nos sentimos atrapados en la turbulencia, que, en sí misma, entraña, al igual que los rápidos y las cataratas, un orden más sutil y difícil de apreciar dentro del río de la vida. Como cantaba Joni Mitchell en
Big Yellow Taxi: “Uno no sabe lo que tiene hasta que lo ha perdido…”.
Fuente: Mindfulness en la vida cotidiana. Jon Kabat-Zinn. Ediciones Paidós Ibérica.Barcelona.2009.
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