Nadie en esa época parece darse cuenta aún de que el régimen autoritario pero laico de Nasser...

Nadie en esa época parece darse cuenta aún de que el régimen autoritario pero laico de Nasser (como más tarde el de Saddam Hussein en Iraq) mantiene a raya el movimiento de los Hermanos Musulmanes, creado en Egipto en los años treinta; nadie parece calibrar la importancia del avance del integrismo. Se trata, en efecto, de un signo de los tiempos; en la primavera de 1956, cuando apenas han transcurrido diez años desde la “partición de la India”, Pakistán proclama su identidad musulmana. Se está fraguando un mundo peligroso en el que, en esa zona conflictiva, los enfrentamientos coloniales y poscoloniales estarán progresivamente dominados por la cuestión del petróleo y por una vuelta a lo religioso. Para el Castor y Sartre, 1956 es, finalmente y ante todo, el año del comienzo de “su lucha”: la guerra de Argelia, una guerra que tendrá un gran peso en su vida y en su trabajo durante seis largos años. Y su acción, junto a otros intelectuales, que en otros aspectos son rivales o adversarios declarados, contribuirá a salvar lo que queda del honor de Francia. Cuando por fin se firme la paz en 1962, será tarde, dirá el Castor, el mal está hecho, los horrores de esa guerra han dejado huellas indelebles.

 

Fuente: Simone de Beauvoir, contra todo y contra todos. Danièle Sallenave. Círculo de Lectores. Barcelona. 2010.

 

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