Para dar una idea de cómo las novedades financieras en un mercado insuficientemente regulado...
Para dar una idea de cómo las novedades financieras en un mercado insuficientemente regulado explotaron en número y –hasta que se produjo el crac- en valor, considérese que el primero de los denominados fondos “de protección”, o “de cobertura”, se creó en la década de 1940, y en 1990 había sólo un poco más de 600 de ellos. En 2008, en cambio, había más de 10.000, que gestionaban más de 2,5 billones de dólares. Pero esto es sólo parte de la historia. Con otras innovaciones, el valor de los activos creados y cotizados en los mercados bursátiles, de bonos y derivados llegó a superar con creces la producción económica del mundo entero. En 2006 se estimaba que ésta era de 47 billones de dólares, mientras que la capitalización de los mercados bursátiles del mundo totalizaba los 51 billones de dólares, el valor total de todos los bonos cotizados era de 68 billones, y los principales derivados se valoraban en la asombrosa cifra de 473 billones, diez veces el valor de toda la producción económica del mundo.
Tengan o no sentido estas cifras, lo cierto es que dan la impresión de una inestable pirámide invertida aguardando al menos soplo de aire desfavorable para venirse abajo. Y ese soplo llegó en forma de desregulación, o de regulación insuficiente, de los complicados y rápidamente cambiantes mercados financieros, junto con un peligroso virus que los infectó en forma de deudas morosas: concretamente, las hipotecas
subprime concedidas en Estados Unidos a partir de la década de 1990.
Fuente: El poder de las ideas. A.C.Grayling. Editorial Planeta. Barcelona. 2010.
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