Para quienes tienen ojos para ver (y paciencia para llegar hasta este punto) todo quedaba abierto...

Para quienes tienen ojos para ver (y paciencia para llegar hasta este punto) todo quedaba abierto, todo era problemático; la existencia y la naturaleza del alma humana misma, que las personas tuvieran que recibir la sagrada comunión para salvarse, las opiniones de los filósofos y sus implicaciones, las enseñanzas de la Iglesia, hechos tan irrelevantes como un simple coágulo de sangre…

Francia no estaba preparada para eso. Se vivía el ancien régime, en su versión más antigua. Un joven intelectual parisino que asomaba la cabeza por encima del parapeto para dudar públicamente de la existencia del alma humana sólo podía hacerlo y conservar a la larga la cabeza sobre los hombros si lo hacía desde el extranjero o si lo decía de una forma tan sutil que escapara al entendimiento de la mayoría de sus lectores.

La Encyclopédie prometía grandes cosas aparte de su profesada irreverencia. Por eso provocó en toda la Francia culta un decidido revuelo de excitación. Los periódicos literarios se hicieron ampliamente eco del proyecto, e imprimieron partes del Prospectus, y seis meses después, cuando apareció el primer volumen, más de un millar de suscriptores habían confiado su dinero a los libreros asociados. A finales de 1751, el número de suscriptores se había elevado a 2.619, y seguía creciendo.

En el artículo anónimo FILÓSOFO, el autor, que probablemente era el propio Diderot, escribía: “El filósofo no actúa guiado por sus pasiones, sino después de reflexionar; viaja en la noche, pero lo precede una antorcha.” Otro de sus escritos completa la metáfora: «Vagar de noche en un espeso bosque. Sólo tengo una luz para guiarme. Aparece un extraño y me dice: “Amigo…, deberías extinguir tu luz para encontrar el camino con más claridad.” Este extraño es un teólogo.»

Diderot había construido una inmensa máquina para combatir la superstición y la intolerancia de la Iglesia, todo cuanto odiaban él mismo y sus amigos, todo lo que, apenas diez años atrás, había circunscrito su vida a la de un joven abbé. Había llegado el momento de marchar a la guerra.

 

Fuente: Encyclopédie. El triunfo de la razón en tiempos irracionales. Philipp Blom. Editorial Anagrama. Barcelona.2007.

 

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