Para Samir Amin la mundialización actualmente en curso se inscribe en un proceso histórico en el cual el capitalismo...
Para Samir Amin la mundialización actualmente en curso se inscribe en un proceso histórico en el cual el capitalismo ha atravesado por diversas fases de las cuales la mundialización sería la más reciente, pero resultado de las anteriores y sin representar una ruptura con el modo de producción, de acumulación y de dominación capitalista. En este sentido, Amin parece distanciarse de un modelo de interpretación de la historia del capitalismo considerada como una sucesión de
hegemonías , en la cual el centro ha sido ocupado por sucesivos países, o incluso ciudades. Se trata de autores como Braudel, Wallerstein, Attali, etc. Al parecer, aunque no los menciona, Amin no coincide con ellos.
Este análisis del capitalismo mundial (el de Amin) no se centra en la cuestión de las hegemonías, puesto que no me adscribo a la escuela de las hegemonías sucesivas de cierta historiografía. El concepto de hegemonía es a menudo estéril y acientífico merced a la vaguedad de las definiciones al uso, de modo que no creo que deba constituir el centro del debate (Amin, 1999).
Al mismo tiempo que reconoce el papel de Estados Unidos en la actual configuración del sistema, señala que es
tan frágil y precaria como la globalización de las estructuras a través de las que opera. No obstante, si se atiende a la evolución del sistema, el punto básico es que no se tiende hacia la construcción de un nuevo orden mundial sino hacia el caos.
Esta evolución no apunta hacia un nuevo orden mundial caracterizado por nuevas formas de polarización, sino hacia el desorden global. El caos al que nos enfrentamos proviene de un triple fracaso del sistema, que ha sido incapaz de desarrollar: a) nuevas formas de organización social y política que vayan más allá del Estado-nación, un nuevo requisito del sistema globalizado de producción; b) relaciones políticas y económicas capaces de reconciliar el auge de la industrialización en las nuevas zonas periféricas competitivas de Asia y América Latina con el objetivo del crecimiento mundial; y c) una relación que no sea excluyente con la periferia africana, que no está implicada en modo alguno en una industrialización competitiva (Amin, 1999).
El primer punto es, a mi juicio, el más relevante. El declive del Estado-nación, la pérdida de funcionalidad de los Estados tal y como surgieron del siglo XIX y han permanecido prácticamente hasta la fecha sin apenas modificación, ha dejado de ser útil al sistema, ya no asegura sino que obstaculiza la acumulación. Y, como corolario, la ausencia de instituciones mundiales de regulación y control político del proceso genera, por consiguiente, el caos. Y esto sí que representa un rasgo novedoso del sistema en la actualidad, precisamente la no armonía entre la base económica y la superestructura política. Samir Amin señala:
1.
La erosión del Estado-nación centrado en sí mismo y la consiguiente desaparición del vínculo entre la esfera de la reproducción y la de la acumulación, que acompaña al debilitamiento del control político y social que hasta el momento había sido determinado precisamente por las fronteras de ese Estado-nación autocentrado.
2. La erosión de la gran fractura entre un centro industrializado y las regiones periféricas no industrializadas es paralela a la emergencia de nuevas dimensiones de polarización.
La posición de un país en la jerarquía global viene definida por su capacidad para competir en el mercado mundial (Amin, 1999).
Ahora bien, contra la opinión neoliberal predominante, Amin no acepta la idea de que es el
mercado libre en virtud de sus leyes objetivas el que regula y organiza el espacio mundial, es decir, las economías de los diferentes países, la competitividad y, en última instancia, por supuesto, el propio sistema. Muy al contrario, existen importantes sesgos a tal libre mercado que determinan y condicionan la posición de cada cual en el proceso de mundialización. A este respecto, Amin señala la existencia de lo que denomina
cinco monopolios bajo el control del Centro del sistema, que distorsionan considerablemente el funcionamiento del mercado y establecen una clara situación de desigualdad. Tales cinco monopolios son los siguientes:
1. Monopolio tecnológico.
2. Control de los mercados financieros mundiales.
3. Acceso monopolista a los recursos naturales del planeta.
4. Monopolio de los medios de comunicación.
5. Monopolio de las armas de destrucción masiva (Amin, 1999).
Es precisamente la conjunción de todos estos aspectos lo que anula el impacto de la industrialización en las periferias y las mantiene subordinadas al sistema mundial aún controlado por el centro. Ante esta situación, Samir Amin propone una alternativa humanista a la actual situación que pasa necesariamente por “la construcción de un sistema político que reemplace al Estado-nación y se constituya en la única unidad política en condiciones de gestionar un mercado ampliado” (Amin, 1999).
Fuente: Macroeconomía y crisis mundial. Edición de Diego Guerrero. Editorial Trotta. Madrid. 2000.
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