Según los diccionarios, el término <i>progreso</i> puede referir el avance a lo largo de un camino cuyo trazado parece presuponer una meta...
Según los diccionarios, el término
progreso puede referir el avance a lo largo de un camino cuyo trazado parece presuponer una meta. Serían caminos en sentido figurado las secuencias o procesos en que intervienen organismos. En realidad, los senderos de la vida son intransitables a la inversa y, además, ningún segmento puede ser equivalente a otro ya recorrido, ni siquiera tomado en el mismo sentido. Las secuencias que se construyen o se recorren despacio, como el nacer y crecer, el desarrollo de un ecosistema, la evolución de una estirpe, podrían verse y definirse como progresivos. Pero aquellos acontecimientos que incluyen cambios que podrían describirse como de sentido inverso -la muerte y la extinción- son imprevisibles y parecen catastróficos.
Pueden existir razones a favor o en contra del uso de la palabra progreso en relación con la evolución. La visión darwinista de la evolución por selección natural, que postula la superioridad o excelencia del seleccionado, o su mayor eficacia, permite creer o proclamar sin ninguna vergüenza que hasta ahora somos las mejores, las más progresivas realizaciones de la vida, porque nos vemos rematando una secuencia evolutiva que duró miles de millones de años. El argumento se repite, aunque no siempre exactamente en estos mismos términos: los políticos piensan y especialmente hablan de progreso, y, por supuesto, en la vida pública se manifiesta la misma asimetría, presente en ecología y evolución, entre la forma gradual de apropiarse del poder y la generalmente más brusca de verse forzado a abandonarlo. Diversas influencias culturales matizan el concepto de progreso, incluso en su aplicación a la biología: biólogos influidos por ideologías prometedoras de un progreso social indefinido y decepcionados por cambios históricos recientes, que interpretan de manera negativa, ahora se muestran en general menos propensos que antes a hablar o escribir de progreso evolutivo. En resumen, la palabra “progreso” lleva una carga muy asociada con el acontecer humano y puede ser aconsejable emplearla con prudencia y lo menos posible dentro de un contexto científico, en aras de lo que ahora se llama lenguaje políticamente correcto.
Fuente: El Progreso. Edición de Jordi Agustí y Jorge Wagensberg. Tusquets Editores.Barcelona.1998.
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