Si bien el sur de Estados Unidos todavía sigue siendo diferente del resto en muchos aspectos,..

Si bien el sur de Estados Unidos todavía sigue siendo diferente del resto en muchos aspectos, en la década de 1950 constituía, en toda regla, un país distinto, un lugar donde imperaban abiertamente la segregación racial y la discriminación y donde el estatus de inferioridad de la población negra se veía consagrado por la ley y las políticas públicas e impuesto por la fuerza. En el famoso caso judicial relacionado con la demanda planteada por Oliver Brown y otros trece padres de raza negra contra el Departamento de Educación de la ciudad de Topeka, en Kansas, donde residían, para demandar el fin de las escuelas segregadas racialmente, la decisión final del Tribunal Supremo ratificando esta demanda no se produciría hasta 1954. Un año después, en 1955, otra ciudadana negra, Rosa Parks, se negó a desplazarse hasta la parte de atrás de un autobús público en Montgomery, la capital del sureño estado de Alabama, contraviniendo así la ley en él vigente. En este caso, habría de volver a transcurrir un año largo hasta que el Tribunal Supremo dictaminara el cese de la segregación en los transportes públicos. En cuanto a la concesión del derecho al voto a la población negra, resultaría aún tardía, toda vez que la ley correspondiente, la Ley de Derechos Electorales, no se vería promulgada hasta 1964, el mismo año en que tres activistas pro derechos civiles cayeron asesinados en la localidad de Filadelfia, estado de Mississippi, la misma que Ronald Reagan escogería con posterioridad para dar inicio a su campaña a las elecciones presidenciales de 1980. Allí pronunciaría, reveladoramente, un discurso sobre los derechos de los estados que componen la unión, pensando específicamente en los del sur con relación a los poderes federales.

La política brutalmente racista del sur, junto con su retraso general, lo convirtieron en una región profundamente conservadora; incluso más de lo que resulta hoy en día. No obstante, el sur fue también, durante largo tiempo, una pieza clave dentro del conglomerado de fuerzas que prestaron su apoyo al New Deal.

Los mapas electorales lo explican. Con arreglo a los actuales, el sur se configura como un sólido baluarte conservador. Así, con la excepción de Maryland y Delaware, ningún estado del sur se decantó por el demócrata John Kerry en las elecciones presidenciales de 2004. En cambio, en 1948 ni un solo estado sureño -sin excepción- lo hizo por el conservador Dewey, aunque algunos sí respaldaron la candidatura segregacionista de Strom Thurmond al frente del denominado Partido Demócrata de los Derechos de los estados de la Unión.

 

Fuente: Después de Bush. Paul Krugman. Editorial Crítica. Barcelona. 2008.

 

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