Tomarse en serio las finanzas no significa ni negarlas ni exorcizarlas como si fueran el demonio...

Tomarse en serio las finanzas no significa ni negarlas ni exorcizarlas como si fueran el demonio. En ninguno de los dos casos se quiere ver que las finanzas no son más que el significante de un significado de transformaciones, únicas constituyentes de la trama de lo real. Con Lacan aprendimos que la locura sólo se descodifica prestando mucha atención al significante. El delirio de las finanzas de mercado no se descodifica en el pobrísimo significado de las motivaciones malvadas del banquero plutócrata o en la libido de posesión eterna del hombre desde su expulsión del Paraíso.

La única forma de comprender las finanzas es como síntoma de unas transformaciones que las superan. Examinemos pues estas nuevas transformaciones. Las vamos a declinar en el plano de la financiarización, no sin antes exponer la más importante de ellas. La del paso de una economía de intercambio y producción a una economía de polinización y contribución. No es que la contribución y la polinización no hayan existido desde los albores de la actividad humana, sino que debemos considerar que de marginales o subordinadas estas dos características han pasado a ser hoy centrales y hegemónicas para la riqueza y extracción de valor. Limitémonos, según la costumbre de la economía política del siglo XVIII, es decir, sin entrar en controversias metafísicas, a entender por riqueza las cosas necesarias para la vida y los medios de procurárselas. Admitamos, incluso, que la escasez absoluta o relativa forma parte de la idea que nos hacemos de riqueza y del camino que nos lleva a ella.

 

Fuente: La abeja y el economista. Yann Moulier Boutang. Traficantes de sueños.Madrid.2012.

 

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