Una buena parte de la historia económica de Gran Bretaña tiene que ver con la lucha entre los intereses financieros y los industriales...
Una buena parte de la historia económica de Gran Bretaña tiene que ver con la lucha entre los intereses financieros y los industriales –entre la City y los hombres de las Midlands- y se reduce fundamentalmente al sentimiento de agravio y de incomprensión que sufren los fabricantes ingleses. Desde el punto de vista de las personas que producen cosas, la City siempre desea hacer dinero demasiado rápidamente y asumiendo muy poca responsabilidad: quiere obtener una gran tajada de los negocios como rendimiento de su capital, es impaciente respecto del crecimiento lento, no entiende la importancia de la inversión y las relaciones personales y sólo aspira, como en un casino, a conseguir un rendimiento espectacular en el plazo más breve posible. La visión recíproca, la de la City, ha sostenido que los fabricantes se quejan siempre, que han perdido la capacidad de controlar su fuerza de trabajo y se permiten ser rehenes de los sindicatos, que tienen una tendencia, propia de granjeros, a lamentarse de las condiciones comerciales cualesquiera que sean las circunstancias (“¡La librea está demasiado alta, nadie puede comprar nuestro producto!” “¡La libra está demasiado baja, no podemos comprar las materias primas!”) y que no pueden entender que el objetivo final de todo negocio es ganar dinero y que todo lo demás es un medio para lograr ese fin.
Ésta era la diferencia cultural más significativa. Hay una profunda diferencia antropológica y cultural entre una industria y un negocio. Una industria es una institución cuya finalidad primordial es producir algo, y tiene el beneficio económico como una consecuencia. La industria automotriz produce coches, la de la televisión produce programas de TV, la editorial produce libros, y con un poco de suerte todas ganan dinero, pero la mayor parte de la gente que está en ellas comprometida no considera el dinero como la finalidad y la justificación última de lo que hacen. El dinero es una consecuencia de la actividad de la empresa, no su fundamental razón de ser. ¿Quién va a trabajar por la mañana pensando que lo más importante que tiene que hacer ese día es maximizar el valor del accionista?. A veces, parece que los ideólogos del capital pensaran que eso es lo que todos debiéramos hacer, lo cual sólo demuestra cuán desconectados están de la realidad. La mayor parte de las empresas humanas, en particular las más valiosas y significativas, son en ese sentido industrias, centradas ante todo en hacer lo que hacen: desde este punto de vista antropológico, la atención sanitaria y la educación son industrias.
Fuente: Huy. John Lanchester. Editorial Anagrama. Barcelona. 2010.
« volver