Una de las teorías más hermosas, en mi opinión, es la desarrollada por un brillante científico italiano que trabaja en Estados Unidos, Giulio Tononi.(Carlo Rovelli)

Una de las teorías más hermosas, en mi opinión, es la desarrollada por un brillante científico italiano  que trabaja en Estados Unidos, Giulio Tononi. Se llama “teoría de la información integrada”, y es un intento de definir de manera cuantitativa la estructura que debe tener un sistema para ser consciente; un modo, por ejemplo, de diferenciar qué cambia realmente en el mundo físico cuando  estamos despiertos (conscientes) y cuando estamos dormidos sin soñar (no conscientes). Es, desde luego, una tentativa. No disponemos todavía de una solución  convincente y consensuada a la pregunta de cómo se forma la conciencia de nosotros mismos, pero me da la impresión de que la niebla está empezando a disiparse.

Hay una cuestión en particular, con respecto a nosotros mismos, que a menudo nos deja perplejos: ¿qué significa que seamos libres de tomar decisiones si nuestro comportamiento no hace sino seguir las leyes de la naturaleza? ¿Acaso no hay contradicción entre nuestra sensación de libertad y el rigor con el que ahora hemos comprendido que se desarrollan las cosas del mundo? ¿Acaso hay algo en nosotros que escapa a las regularidades de la naturaleza y nos permite apartarnos de ellas y eludirlas con nuestro libre pensamiento?

No, no hay nada en nosotros que escape a las regularidades de la naturaleza. Si algo en nosotros violara dichas regularidades, ya lo habríamos descubierto hace tiempo. No hay nada en nosotros que viole el comportamiento natural de las cosas. Toda la ciencia moderna, de la física a la química, de la biología a las neurociencias, no hace sino reforzar esta observación.

La solución a la confusión es otra; cuando decimos que somos libres, y es cierto que podemos serlo, eso significa que nuestros comportamientos vienen determinados por lo que sucede en nuestro propio interior,  en el cerebro, y no se ven constreñidos por el exterior. Ser libres no significa que nuestros comportamientos no estén determinados por las leyes de la naturaleza: significa que vienen determinados por las leyes de la naturaleza que actúan en nuestro cerebro. Nuestras decisiones libres están libremente determinadas por los resultados de interacciones fugaces y riquísimas entre los miles de millones de neuronas de nuestro cerebro: son libres cuando es la interacción de estas neuronas la que las determina. 

 

Fuente: Siete breves lecciones de física. Carlo Rovelli. Editorial Anagrama. Barcelona. 2016.

 

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