Una regla fundamental de la neurociencia es que <i> las células nerviosas que se activan a la vez se interconectan... </i>
Una regla fundamental de la neurociencia es que
las células nerviosas que se activan a la vez se interconectan. Si se hace una cosa una vez, un conjunto de neuronas sueltas formará una red en respuesta, pero si esa conducta no se repite, no “dejará una profunda huella” en el cerebro. Cuando se practica algo una y otra vez, las células nerviosas crean una conexión cada vez más fuerte entre ellas y se hace cada vez más fácil activar esa red.
Si se sigue pulsando el botón de repetición de los circuitos neuronales, los hábitos se fijarán cada vez más sólidamente y serán difíciles de cambiar. Cuando una conexión se usa una y otra vez, se fortalece y se consolida; es como forjarse un camino a través de la hierba alta a fuerza de andar y andar sobre ella. Puede ser ventajoso (se llama aprendizaje) pero también puede dificultar la alteración de un modelo de conducta no deseado.
Afortunadamente, también se da el caso opuesto:
las células nerviosas que no se activan a la vez dejan de interconectarse. Pierden la larga relación que tenían. Cada vez que interrumpimos un proceso mental o físico que se refleja en una red neuronal, las células nerviosas y los grupos de células que están conectadas entre sí empiezan a romper su comunicación. El Joe Dispenza lo compara con una experiencia que hemos tenido la mayoría de nosotros. Cuando nos licenciamos en la universidad y nos separamos de nuestro compañero de habitación con el que habíamos compartido tantas cosas, prometimos mandarnos postales una vez al mes o así, para mantener la amistad y contarnos el uno al otro qué tal nos iba. A medida que pasaba el tiempo, empezamos a mandar tarjetas solamente en Navidad y la relación empezó a debilitarse y a desvanecerse.
Esa conclusión refleja exactamente lo que ocurre dentro del cerebro. A medida que pensamos menos en nuestro compañero de habitación, va disminuyendo la conexión entre los circuitos neuronales hasta que desaparece por completo. Lo que pasa es que las finísimas
dentritas o prolongaciones del cuerpo celular que se conectan con otras células, se desenganchan y quedan libres para reengancharse con otras células nerviosas, permitiendo así que desaparezcan viejas pautas y formando otras nuevas en potencia.
Fuente: ¿¡Y tú que sabes!?. William Arntz,Betsy Chasse y Mark Vicente. La Esfera de los libros. Madrid. 2006.
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