Weber y sus seguidores, al igual que la mayoría de sus críticos, estaban principalmente interesados en los procesos psicológicos...

Weber y sus seguidores, al igual que la mayoría de sus críticos, estaban principalmente interesados en los procesos psicológicos a través de los cuales algunos grupos de hombres se resolvían a perseguir de modo racional la acumulación capitalista. Mi relato da por supuesto que algunos hombres lo hicieron obligados, y se centra, en cambio, en la reacción al nuevo fenómeno por parte de lo que hoy se llama elite intelectual, dirigente y administrativa. Esta reacción fue favorable no porque se aprobaran las actividades lucrativas por sí mismas, sino porque se pensó que tenían un efecto colateral extremadamente beneficioso: impedían que los hombres que estaban ocupados en ellas “hicieran daño”, por así decirlo, y tenían, más concretamente, la virtud de imponer límites a los caprichos, gobierno arbitrario y políticas exteriores arriesgadas del príncipe. Weber afirma que el comportamiento y las actividades capitalistas fueron el resultado indirecto (y originalmente no buscado) de una desesperada búsqueda de salvación individual. Yo digo que la difusión de las formas capitalistas debió mucho a una igualmente desesperada búsqueda de una manera de evitar la ruina de la sociedad, amenaza permanente a la sazón a causa de la precaria disposición del orden interno y externo. Resulta evidente que ambas afirmaciones podrían ser válidas al mismo tiempo: una se refiere a las motivaciones de las nuevas elites aspirantes, la otra a las de los diversos guardianes. Pero la tesis de Weber ha recibido tanta atención que el segundo aspecto ha quedado totalmente desatendido.

 

Fuente: Las pasiones y los intereses. Albert O.Hirschman. Capitán Swing Libros. Madrid. 2014.

 

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