Focus: Sociedad
Fecha: 04/10/2023
En una sociedad volátil como la actual, en la que todo es perecedero a corto plazo, el concepto de familia ha ido desarrollando nuevos formatos (los contenidos de Saussure) hasta alcanzar un estadio de compleja definición.
En mi ya lejana infancia, la familia tradicional o nuclear era un sistema de soporte en la que un matrimonio heterosexual contribuía al cuidado y desarrollo de la continuidad biológica de la especie. Ese tipo de familia contaba además con una red próxima (abuelos, tíos, primos, parientes) que ocupaba roles funcionales y emocionales que fortalecían la unidad. Es cierto que todo estaba idealizado y que la cruda realidad de cada familia en particular cuestionaba aquella figura mítica.
Y, ¿dónde estamos ahora? muy lejos de aquella galaxia. Los embates de una sociedad en continuo proceso de cambio han afectado a todos los agentes sociales, y en particular a las familias.
Un fiel retrato de este escenario rupturista lo tenemos en los resultados de los continuos sondeos que Pew Research Center (una de las pocas organizaciones fiables en este tipo de investigación) lleva a término en Estados Unidos. Y lo que ocurre en Estados Unidos es extensible a todo el mundo desarrollado y tecnológicamente avanzado, como es el caso de Europa, Rusia y China.
En un muy reciente sondeo (septiembre 2023), hay una pregunta clave: ¿Qué contribuye a una vida plena? Y la respuesta mayoritaria es “tener un trabajo o una profesión satisfactoria” (71%). La segunda es “tener buenos amigos” (61%). Mucho más lejos: “Tener hijos” (26%), “Tener mucho dinero” (24%). “Estar casado” (23%).
Y si vamos al fondo de la cuestión podemos concluir que los cambios de formato familiar (homosexuales, lesbianas, monoparentales de uno u otro sexo, reconstituidas (stepfamilies), etc.) no han servido para reforzar el concepto.
Que el concepto está en crisis, y que esta crisis es estructural, lo tenemos probado al comprobar el porcentaje de viviendas en las que vive una sola persona, corriente dominante en todo el mundo desarrollado (ver mi columna “Living Alone” 04/02/2022 https://www.alfdurancorner.com/articulos/living-alone.html). No vamos a poner nota a este hecho; no vamos a enjuiciarlo. Lo constatamos y basta.
El cambio se inició en Estados Unidos después de la II Guerra Mundial. Durante el conflicto bélico y mientras los soldados luchaban en todos los frentes, las mujeres norteamericanas se incorporaron a las tareas productivas fuera del hogar. Y se dieron cuenta de que esto les ofrecía nuevas y mejores cuotas de libertad. Las familias nucleares que en 1960 representaban el 45% del conjunto pasaron al 23,5% en el 2000 y siguen disminuyendo. En sentido contrario, las monoparentales (sobre todo por embarazos no esperados en las mujeres de clase baja) han pasado del 9% en 1960 al 27% en la actualidad. De este 27%, el 89% son mujeres con hijo o hijos.
Luego está el fenómeno de las familias reconstituidas, en las que la nueva pareja aporta a la unidad los hijos de una relación anterior. Se estima que cada día en Estados Unidos se crean 1.300 familias de este tipo. Algunos sociólogos apuntan que una porción de la sociedad está volviendo a la tribu, en tanto que la otra – como ya hemos comentado – apuesta por la individualidad. Y para completar el desajuste de todo ello, podemos añadir que la mitad de los matrimonios oficiales se divorcian y se vuelven a casar, a pesar de que “estar casado” (como ya hemos visto) no es el factor que más contribuye a una vida plena.
Lo de la familia es un circo, que es coherente con el estado general de la sociedad. La sociedad del desconcierto. Solo cabe ser consciente de ello y surfear como se pueda. Los dogmas (como la unidad familiar) van cayendo uno tras otro y solo nos queda la eterna reflexión de que “la única verdad absoluta es que todo es relativo”.