Focus: Política
Fecha: 23/02/2017
Entre las muchas mitologías fabricadas por el franquismo durante la dictadura y que sus fieles continuadores han mantenido hasta ahora, hay una que destaca: “el mejor marisco se come en Madrid”. No en Bilbao, ni en San Sebastián, ni en Málaga, ni en La Coruña, ni en Santander. En Madrid, que para eso se creó la estructura radial de carreteras y luego de trenes, complementada con un amplio servicio de vuelos.
Es cierto que en la capital imperial no hay mucho que hacer y un ágape bien regado siempre se agradece. Además, la extensa plutocracia que allí reside tiene que hacer uso de los presupuestos del Estado, cuya partida de “gastos corrientes” queda diluida entre las macrocifras que nos cuentan.
Pero como no hay suficiente con estas grandezas, llevan tiempo tratando de hacer de Madrid la capital del Mediterráneo. Se me dirá que esto es imposible, tanto por razones geográficas como culturales, pero nadie podrá impedir que los hiperactivos altos funcionarios del Estado prosigan sus trabajos para tratar de cambiar el mapa físico y simbólico de lo que es el mundo mediterráneo.
Todos sabemos que hay un proyecto vertebrador de raíz europea que pretende establecer una línea férrea continua desde el norte de África hasta el norte de Europa, con el propósito de agilizar el movimiento de mercancías. También sabemos que en la península ibérica el camino natural pasa por el denominado “corredor Mediterráneo”, que sigue la ruta de la costa, donde están los puertos y donde se halla el principal valor económico del Estado.
Resulta aburrido recordar las cifras más significativas de ese valor económico, pero vamos a repetirlas por si alguno las ha olvidado. Las comunidades por las que podría discurrir el corredor suponen:
Pues con todo ello, el tan manoseado proyecto sigue estancado porque el gobierno español (el actual y todos los anteriores –el PPPSOE-) no ha hecho nada relevante para ejecutarlo en su totalidad. Más de treinta años poniendo parches y bloqueando todos los esfuerzos que la iniciativa privada (a través de FERRMED) ha ido proponiendo. Y es que el principal enemigo del corredor Mediterráneo es el Estado Español.
Podríamos identificar distintas motivaciones de esta aberrante conducta, pero me quedo con un par de ellas. La primera es que los gobiernos del Estado son antieconómicos, por razones culturales, históricas y corporativas. Conceptos como viabilidad, rentabilidad, competitividad no forman parte de su forma de interpretar el mundo. Son mesetarios, no mediterráneos. Están acostumbrados a recaudar impuestos, no a producir valor para pagarlos. Lo de “una economía de mercado” es sólo una frase sin sentido. Son intervencionistas y están en contra de la libre empresa, aunque digan lo contrario. Vuelvo a insistir (ver mi entrada “El ectoplasma” 25.11.2016 http://www.alfdurancorner.com/articulos/EL-ECTOPLASMA.html ) en el perfil curricular del gobierno actual del señor Rajoy.
La segunda motivación es que conscientes de que Madrid está “in the middle of nowhere”, siguen con su empeño de hacerla crecer como sea, sin importarles los desequilibrios que eso supone. Es por ello que interpretan que el Mediterráneo pasa por Madrid, aunque sea virtualmente.
Lo vemos cuando tienen la desvergüenza de imputar como costes del “corredor Mediterráneo”, el AVE Madrid–Alicante. Y como esto no es suficiente, también cargan a este capítulo las conexiones entre las estaciones de Atocha y Chamartín, y el vínculo con el aeropuerto de Barajas.
Todo esto forma parte del megalómano proyecto del “corredor central” Algeciras–Madrid (que incluso la Unión Europea ha considerado superfluo), y que ellos también identifican como “corredor Mediterráneo”.
Esto me recuerda a aquellos vendedores que utilizan el coche de empresa los fines de semana y modifican las fechas de las facturas de los restaurantes en sábado o domingo, para poder luego cargar los gastos. Este gobierno (y los anteriores) se comportan en este asunto (y también en muchos otros) como “trileros de lujo”. En alguna ocasión los pillan robando la cartera, pero eso no deja huella.
A lo mejor el error es nuestro al no ser capaces de identificar “el perquè de tot plegat”. Si asociamos uno de los mantras que utiliza el señor Rajoy en sus proclamas habituales (“la igualdad de todos los españoles”) quizás comprenderemos las razones de este galimatías: si hacen de Madrid la capital del Mediterráneo, todos los “buenos españoles” (los malos no) podrán disfrutar con más propiedad (el simbolismo cuenta) del placer de una buena mariscada. Que para eso se ha hecho la red de los AVE.
¡Qué nivel, dios mío, qué nivel!